Son
Dos términos cuyo concepto en la sociedad actual están bastante difusos, y que
por el devenir de las circunstancias me han hecho meditar sobre ello en los
últimos días.
La ética es una rama de la filosofía que
se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y
el buen vivir.
La
ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema
moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel
social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral,
busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.
La ideología es el conjunto
de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una
persona, una colectividad o una época. También se trata de la doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas.
La ideología tiende a conservar o a transformar el sistema social,
económico, político o cultural existente. Cuenta con dos
características principales: se trata de una representación de la sociedad y
presenta un programa político. Es decir, reflexiona sobre cómo actúa la
sociedad en su conjunto y, en base a eso, elabora un plan de acción para
acercarse a lo que considera como la sociedad ideal.
Las normas éticas, aunque
universales, tienen un poso cultural
localista que hace que éstas cambien ligeramente según el lugar, pero no
sería muy aventurado decir que las bases de lo que es una conducta ética son
esencialmente universales y por tanto implican un modelo universal de
aplicación para la convivencia.
Dentro de esos principios éticos
cada ideología enfatiza más en unos que en otros, pero lo cierto que a la larga
el incumplimiento de ciertas normas éticas son las armas arrojadizas que lanzan
los partidos políticos, unos contra otros. Esto nos lleva a tener que matizar
una idea comúnmente instalada en el disco duro colectivo: ideología = partido
político. No es tan sencillo: es cierto que los partidos políticos parten de
una ideología determinada, pero no es menos cierto que en la mayoría de los
casos los principios de esos partidos están nadando en cierta ambigüedad
ideológica. Un famoso gobernante dijo una vez a un acólito suyo: “si quieres
estar en política no tengas ideología”.
El propio juego democrático
partidista ha transformado el mismo principio democrático de “una persona, un
voto”, creando unos privilegios a los partidos mayoritarios, partidos que como
ya he indicado, se mueven en la ambigüedad ideológica y la asepsia semántica.
Estos privilegios están en que no todos los votos valen lo mismo al ser las
elecciones divididas en jurisdicciones y aplicada la famosa ley d´Hont.
Esta larga presentación es para
reflexionar sobre el comportamiento ético de los partidos políticos. Las ideas
se diluyen cuando lo que importa es llegar al poder, y ahí aparece otro
concepto muy alejado de la ética: El populismo! El populismo es el discurso
demagógico por el cual el político le dice al pueblo lo que quiere escuchar,
pero siempre con argumentos bastante alejados de la ética. Discurso demagógico
sería por ejemplo: “La crisis es por culpa de los inmigrantes que vienen a
España a quitarnos el trabajo a los españoles”. La ética nos dice claramente
que cualquier ser humano tiene los mismos derechos que otro ser humano. Al
utilizar dentro de ciertos contextos el concepto de “inmigrante” o “extranjero”
están queriendo decir que ese ser humano no es como nosotros. Muchos políticos
usan este discurso para utilizar el sentimiento ancestral de los humanos de
pertenencia a un grupo tribal. Es curioso no obstante como los mismos que usan
ese argumento tan tribal odian a los nacionalistas periféricos que también usan
los mismos argumentos.
El comportamiento ético dentro de la
clase política ha descendido vertiginosamente en las últimas dos décadas hasta tal
punto, que hoy son noticia esos comportamientos ejemplares por el hecho de no
ser habituales. Estamos asistiendo a la incorporación al ejercicio de la
política por parte de muchas personas solo por intereses personales, intereses
que en la mayoría de los casos son simplemente el tener un trabajo más o menos
fijo, pero que hacen que las ideas, que son el principio fundamental de los
partidos políticos, dejen de tener importancia para ellos, y sobre todo esos
intereses hacen que los políticos se muestren sumisos a la dirección del
partido para poder seguir en la poltrona.
Cuando un político traiciona sus
ideas pierde toda su integridad ética. La indignación en la ciudadanía con la
clase política está aumentando de una manera alarmante, y son las propias
ejecutivas de los partidos las que deben limpiar la era, si no quieren que se
vuelva en su contra. Es un patético espectáculo el que nos regalan, un día sí y
otro también, en su guerra particular, y es vergonzante como manipulan los
medios de comunicación (oficiales o no) desde el momento en que toman el poder,
y como continuamente dan la espalda a la ciudadanía y sus problemas, mintiendo
una y otra vez, haciendo lo contrario de lo que prometieron y anteponiendo los
intereses de su partido a los de su pueblo.
Los gobernantes no sólo deben de ser
honrados sino parecerlo, es por eso que además de tener un comportamiento ético
intachable deben velar porque la ciudadanía y sus colectivos también lo tengan.
Es un principio fundamental para recuperar la credibilidad de nuestro
desprestigiado sistema democrático. A eso debe contribuir la ciudadanía, implicándose
en los asuntos que a todos nos interesan, y no contribuir justificando los
desmanes de aquellos a quién votaron para no reconocer su error. Alguien dijo
una vez: “la política es demasiado importante como para dejarla en manos de los
políticos”.
Por último decir que para que los
principios éticos sean los que marquen el ritmo de nuestra sociedad, principios
que serán combinados con las ideas que marquen los que gobiernen elegidos por
el pueblo para llevar a cabo esas ideas, el pueblo se debe implicar y exigir que se cumplan esos principios.
Hasta aquí el prólogo del tema de
este artículo, un prólogo muy extenso para un mensaje tan corto como el
siguiente: Si el Ayuntamiento de Tomelloso apoyó y difundió la idea de que los
empresarios comuneros de los chiringuitos cobraran una entrada cuya recaudación,
en sus propias palabras, sería para CÁRITAS y CRUZ ROJA, y si ahora solo les
van a donar a estas ONGs una cantidad mínima con la excusa de que han tenido pérdidas,
es el Ayuntamiento el que debe aclararlo todo, por principios éticos, y sobre
todo lo que no puede hacer ningún representante del consistorio es justificar
ese fraude.
No es una cuestión partidista ni
ideológica, es una cuestión ética.
Manuel Buendía Pliego: artista,
promotor cultural, cocinero y bloguero
No hay comentarios:
Publicar un comentario