“Es una situación angustiosa, Doctor Solano, angustiosa y terrible” – El Doctor Héctor Solano, eminente psicólogo, le había dado la cita para la última hora, y ahora le estaba contando su horrible secreto.
Luis Zaretti era uno de los supervivientes de un accidente aéreo en el que tuvieron que alimentarse, durante varias semanas, de los cuerpos de los fallecidos para no morir de inanición. Cuando por fin fueron rescatados, la mayoría de supervivientes estaban felices, y no sentían nada especial por el hecho de haber ingerido carne humana para poder sobrevivir, muy al contrario agradecían a sus compañeros muertos el hecho de haber sido posible, gracias a ellos, su salvación. Sin embargo, al poco tiempo la presión social de los medios generó en Luis un sentimiento de culpa, que fue agravándose con la sucesión de acontecimientos posteriores.
Buscando el anonimato, y al mismo tiempo la redención, se trasladó, junto a su mujer, a Buenos Aires, era un viaje corto, pero que le podría alejar de aquel estresante rito cotidiano de sentirse señalado y observado cada vez que salía a la calle. Allí en Buenos Aires pudieron iniciar una nueva vida, y parecía que todo iba bien y que podrían por fin tener paz.
Los problemas surgieron una noche, en la que su mujer y él, después de tomar unas copas, empezaron a hacer el amor. Quizá Luis ya se sentía más relajado, y la nueva situación de tranquilidad le excitó tanto que empezó a practicar sexo oral con su pareja, de pronto Luis se dejó llevar y le mordió suavemente en los labios vaginales superiores. Pero la fiera ya se había desatado, y empezó a morder con más intensidad sin escuchar los gemidos de ella, que ahora eran de dolor. El episodio desató los acontecimientos, y al poco tiempo ella le dejó. Por su parte Luis se debatía cada vez más entre el horror y la atracción, eso le había llevado hasta la consulta del psicólogo.
-“La represión de los instintos puede ser mucho más perjudicial para la psique”- Contestó el doctor –“Vos estás angustiado por un problema moral, surgido de los prejuicios de una sociedad caduca. Está demostrado científicamente que los depredadores que prueban la carne humana (ya sean tigres, lobos o tiburones) ya no pueden pasar sin ella, la única verdad es que vos no mataste a esos pibes para comerlos, ellos ya estaban muertos. Por lo tanto la cuestión es: si podés conseguir carne humana que haya sido conseguida por medios lícitos (donaciones, amputaciones quirúrgicas, etc.) no habría ningún problema moral, excepto por parte de la propia hipocresía del sistema. Vos no sós diferente a ningún humano que coma carne, si exceptuamos a los veganos, nadie tiene derecho a criticar lo que hacés ”.
Las sesiones de psicoterapia fueron dando su fruto, y el remordimiento dejó poco a poco de atormentar a Luis. Sin embargo ahora empezaba a dar rienda a sus instintos, iba con prostitutas, y sin poder remediarlo acababa mordisqueándolas, con cierta violencia reprimida. A veces fantaseaba y llevaba consigo vino, pan, e incluso una servilleta, pero las prostitutas ya no querían nada con él. Después de varias denuncias decidió desaparecer de la ciudad y empezar una nueva vida en USA.
Empezó a vivir en New York con una identidad nueva, y con un falso título de ayudante sanitario. Decidido a solucionar sus problemas, entró a trabajar en la morgue de un hospital, además era el encargado de destruir todos los residuos orgánicos de las operaciones quirúrgicas, por lo que las provisiones no le faltarían, aunque no fueran de primera calidad. A pesar de disponer de materia prima para sus necesidades culinarias, la mala calidad de ésta le resultaba insuficiente para satisfacer sus deséos, por lo que necesitaba enriquecerla con distintas combinaciones y cocinados. Ésta situación le llevó a comprar libros de recetas de cocina e iniciarse en el mundo de la gastronomía, porque su pasión por la carne humana se estaba sofisticando.
Empezó a investigar y a leer muchos libros de cocina, y todo ése mundo cada vez le fue apasionando más. Primero empezó estudiando las recetas de vísceras y casquería, ya que eran las que consideraba que se podían adaptar más a sus gustos, pero poco a poco se fue interesando por la sofisticación y el maridaje. Las distintas salsas con las que acompañar la carne dieron paso a buscar cada vez combinaciones más audaces y creativas, y en esas combinaciones fue introduciendo poco a poco en su dieta las verduras y hortalizas.
Teniendo acceso ilimitado a raciones de carne humana, y sin ningún tipo de impedimento ético y legal, su obsesión pareció relajarse, y empezó a elaborar algunas recetas en las que ya no entraba ése ingrediente. Sus pasión fue centrándose en otras obsesiones como buscar algas y hortalizas exóticas, así como especias, para aderezar sus platos, y conseguir nuevos sabores. Es posible que su propio organismo empezase a rechazar el exceso de proteínas, y que en una acción de autoregulación y defensa, buscase el equilibrio de las frutas y los vegetales.
En cuestión de cinco meses su ingesta de proteína humana disminuyó hasta llegar a consumirla en tan solo contadas ocasiones, y pasado un tiempo se dio cuenta que ya no la necesitaba ni la ansiaba, al mismo tiempo las carnes de otros animales, que habían ido poco a poco sustituyendo a la humana, también estaban desapareciendo de su dieta, a la que iba sumando el pescado cada vez más y muchos más vegetales. Éste giro pudo ser posible a causa de su inmersión en la gastronomía oriental, a la que curiosamente había recurrido creyendo que los asiáticos al comer todo tipo de animales tenían una gastronomía más adecuada para sus gustos, y sin embargo lo que ocurrió es que descubrió las más variadas combinaciones de frutas y verduras para acompañar las carnes y los pescados, al igual que fue descubriendo que todos éstos productos vegetales combinados entre sí tenían suficiente sabor, y en realidad eran lo que el daba sabor variado a los platos.
En cuestión de dos años Luis era casi vegetariano, sólo de vez en cuando comía algo de pescado y huevos, y siempre a causa de un aviso de su propio organismo. Ésta nueva situación le hizo ir más allá en sus investigaciones, para estudiar el equilibrio alimentario de un régimen vegano, buscar el aporte proteínico y mineral a traves de productos vegetales.
En la actualidad Tomás Guiliano, antes Luis Zaretti, es un reconocido chef de cocina vegana, ha escrito varios libros sobre el tema, y es un auténtico especialista en nutrición. Nadie conoce su secreto, ya que cambió de nombre y país, e incluso su psicoanalista es uno de sus más fieles seguidores. Su ex-mujer murió en extrañas circunstancias, y nadie más tiene información y pruebas sobre su pasado. Es como si hubiera vivido dos vidas diferentes (puede que tres), y es totalmente feliz con su vida de éxito actual. Sólo muy de vez en cuando siente una llamada salvaje e instintiva que le hace soñar con carne; no es un tipo de carne concreta, no es carne cocinada, ni siquiera sus sueños están bajo la influencia de la gula, puede incluso que sean sueños lujuriosos, simplemente sueña con la carne, y en esas pocas ocasiones despierta con una rara sensación de culpabilidad y terror.
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