Hay algo
perverso en la mayoría de los dirigentes políticos que no acierto a comprender.
La reiteración en mentir y manipular los datos llega a tal punto que es muy
posible que se crean sus propias mentiras, y esa misma es la causa de que sean
tan convincentes (para algunos).
Creo que ello tiene que ver con un alejamiento
progresivo de la realidad social y de la
gente de la calle. Desde sus torres de marfil observan a sus súbditos como
cualquier gobernante absolutista. Es posible que
a todo ello contribuya la endogamia social a la que se entregan desde el
momento en que empiezan a vivir de la política. También ocurre que los aparatos
de los partidos son como una secta que les hace entregarse en cuerpo y alma a
la organización si esto resulta rentable, y entran en un bucle de dependencia
de la que es más difícil salir que de una compañía telefónica.
Es muy significativo el hecho de
que un gran porcentaje de ellos llevan viviendo de la política casi toda su
vida, y sólo algunos tienen unos pocos años cotizados a la S.S. como
trabajadores por cuenta ajena, o autónomos. También es significativo que
muchos de ellos han pasado a la política desde la administración, pero la regla
general es empezar joven militando en el partido e ir escalando dentro de él,
los sueldos en política suelen ser generosos por lo que es una apuesta muy atractiva,
y una vez que ya estás colocado (concejal, alcalde, diputado, asesor,
consejero, senador, etc.) es muy difícil que te echen, si algunos se van es
porque desde las empresas a las que ha favorecido le ofrecen un sustancioso
contrato con poca responsabilidad.
Me resulta patético ver como individuos
que llevan casi toda su vida viviendo de la política ejercen de perros
guardianes del honor del partido, defendiendo lo indefendible con argumentos
bastardos, mentiras y manipulación, todo ello por seguir en la poltrona por
muchos años, y después de todo ello se atreven a criticar a otros, sin pudor
alguno, porque quieren conservar sus privilegios.
El alejamiento de la realidad les
hace ignorar las demandas de la ciudadanía, demandas que en muchos casos son
producto de un incumplimiento de programa electoral. Pero también les hacen
ignorar las encuestas de opinión o de intención de voto y se permiten incluso
afirmar públicamente que sus políticas las respalda el 90% de la población. Es
más, están convencidos de saber qué es lo que quiere la gente sin
preguntárselo.
Siempre he defendido que un
político debe estar bien pagado, pero no mejor que cualquier trabajador
especialista. No debemos olvidar nunca que ese sueldo se lo pagamos entre todos
y que es a nosotros a quién nos sirve, y por lo tanto debería conocer las
inquietudes, los problemas y las aspiraciones del pueblo, y sentirlas junto con
ellos. Mientras un político no sufra en sus carnes un desahucio o un E.R.E.,
mientras no tenga que sufrir dolores por una enfermedad y tenga que soportar
una lista de espera de dos años, mientras no tenga un familiar dependiente, en
definitiva: mientras no sufra los problemas que sufre la mayoría de las
personas comunes, éste seguirá viviendo en su torre de marfil ajeno a la
realidad. Pero no debemos olvidarnos de
lo más importante: es el pueblo el que tiene que controlarlos porque ellos
están ahí simplemente para representarnos, trabajando para nosotros.
Puede que conozcáis a algún
político a los que me he referido, pero sólo de vista, porque ellos no os
conocen a vosotros y no les importáis lo más mínimo, sólo les importa mantener
el chollo. En las manos de todos nosotros está cambiar esto.
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