Los acontecimientos se precipitan
inexorablemente en una realidad actual más cercana al universo literario de
Charles Dikens que a “Un mundo feliz”. Una pequeña concentración de gente a las
puertas de una entidad bancaria con la intención de un acto simbólico en
Tomelloso ha dado lugar a una gran polémica en las redes sociales, en las que
se ha llegado una vez más a traspasar los límites del respeto y la tolerancia.
No voy a profundizar más en el
tema, pero debo hacer unas observaciones ante la avalancha de argumentos que
muchos ignorantes han aportado. Quiero aclarar que cuando digo ignorantes
quiero decir que ignoran la realidad (otra forma de ignorancia es el desconocimiento
del significado de las palabras):
La acción concreta no era exactamente
un escrache, porque los escraches se hacen ante el domicilio de algún político
que apoya unas políticas concretas que perjudican a los escracheados. Las
plataformas de afectados por las hipotecas luchan para que se pueda conseguir
la dación en pago, y por algo tan digno y constitucional como es que no se desahucie
a nadie hasta que pueda conseguir otra vivienda. Ese principio constitucional
parece ser que a algunas personas les molesta porque su felicidad depende de la
infelicidad de los demás, porque sus vidas son tan penosas que necesitan
sentirse superiores, y argumentan que si ellos pagan su hipoteca, todos están
obligados a hacerlo, pero resulta que eso no lo discute nadie, sólo que también
estamos defendiendo el derecho a la vivienda digna que dice nuestra
constitución, y en estos casos los poderes públicos deben velar por que esto se
cumpla.
No voy a hablar de las felonías
que han cometido las entidades financieras, porque sería cansino y reiterativo
(doblemente cansino), quiero hablar del sentido común, de reorganizar la
sociedad en otro rumbo, donde todo el mundo tenga cubiertas sus necesidades más
elementales, porque si no es así, este tinglado se desmorona, como estamos
viendo que ocurre en nuestro país a marchas forzadas.
Al parecer, mucha gente defiende
la idea de que Papá Estado no debe estar para rescatar a los ciudadanos. Muchas
personas que defienden esa idea viven de Papá Estado como alcaldes, consejeros,
asesores, diputados, senadores, et.. Pero también muchos de ellos tienen
empresas que trabajan para la administración, otros dirigen las empresas que
han privatizado los servicios públicos, y tanto unos como otros, de los
beneficios que obtienen por sus jugosos contratos, reparten un porcentaje con
los políticos de turno dentro de sobres. Luego esos “intachables” ciudadanos
llevan su dinero a paraísos fiscales y crean Sociedades de Capital Variable
para pagar sólo el 1% de impuestos, mientras que un trabajador normal paga una
media del 30%.
El Estado es una gran familia, y
mientras no exista otra forma de organizar la sociedad, es éste el que a cambio
de nuestros impuestos nos da la cobertura necesaria para que los ciudadanos tengamos
todas nuestras necesidades cubiertas, como un padre con sus hijos. Por eso a mí
me gusta el concepto de “Papá Estado”,
claro que sí! Pero repito que el Estado debe rescatar a las personas, no a los
bancos u otros carroñeros.
Personalmente pienso que los
aproximadamente 3 millones de viviendas vacías, que son propiedad de los bancos,
deberían ser expropiadas por el Estado, ya que éste les rescató, para proveer a
los ciudadanos menos afortunados de viviendas en alquiler asequible, y además
todo ciudadano debe tener derecho a una renta básica para evitar la exclusión
social y no salir del sistema por la puerta de atrás. El Estado debe
redistribuir la riqueza, porque hay un dato abrumador: Las 30 personas más
ricas de España podrían seguir siéndolo con la mitad de su fortuna, sin embargo
con ese dinero se podrían mantener todas las pensiones, la sanidad, los
servicios sociales, la educación y además con inversión se podrían crear unos 3
millones de empleos. Todo esto haría que desapareciera la crispación y la
desesperación de la sociedad y que volviera la paz social, pero debe haber
gente a la que eso no le interesa, aunque aún no entiendo muy bien porqué.
Tengo un conocido que, por no sé
qué motivos, aboga por la eliminación completa de las ayudas gubernamentales,
que está en contra de la seguridad social, del subsidio del desempleo, de la
sanidad y educación gratuitas, pero que sin embargo está desesperado porque
cada vez entra menos gente a comprar a su tienda y va a tener que cerrar. Su
negocio, como el de otros muchos, no tendría que cerrar si el Estado cubriera a
todo el mundo sus necesidades básicas, sin embargo al parecer es más importante
estar por encima de los demás aunque eso te lleve a la ruina.
La ignorancia y el egoísmo irracional
son el cáncer de nuestra sociedad.
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