La semana pasada hice la
introducción a este tema y me ha sorprendido el interesante debate que se ha
creado. Eso quiere decir que la sociedad está empezando a plantearse la
economía como un tema filosófico. La economía no solo es una ciencia, una
ciencia que además no es exacta, porque tiene distintas fórmulas de aplicación
desde distintas ideologías o filosofías.
La Economía del Bien Común (EDBC)
originalmente es un proyecto económico abierto a las empresas y promovido por
el economista austríaco Christian Felber que pretende implantar y
desarrollar una verdadera Economía Sostenible y alternativa a los Mercados Financieros en la que
necesariamente tienen que participar las empresas. A partir de esa premisa la
idea ha sido adoptada desde distintas posiciones altermundistas y más o menos
reinterpretada sin perder por ello su esencia.
Para los
defensores de la EDBC, aquellas empresas a las que guíen esos principios y
valores deben obtener ventajas legales que les permitan sobrevivir, frente a
los valores del lucro y la competencia actuales.
En la
economía real actual se mide el éxito económico con valores o indicadores
monetarios como el producto interior bruto y los beneficios
que dejan fuera a los seres humanos y al medio en el que vivimos. Estos
indicadores no nos dicen nada sobre si hay guerra,
si sobreexplotamos el medio, si se respetan los derechos humanos, etc. De la
misma manera una empresa que tenga beneficios no nos indica nada sobre las
condiciones de sus trabajadores ni sobre lo que produce ni como lo
produce.
El balance
del bien común
mide como una empresa vive: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia
con todos sus proveedores y clientes. Por ejemplo, si la empresa promueve la
esclavitud infantil, si hay desigualdad entre hombres y mujeres, si las rentas
de los trabajadores están diferenciadas...
Finalmente, la
evaluación de esos valores podrá permitir al consumidor escoger los productos.
Como decía
la semana pasada, hay muchos colectivos trabajando en ese sentido dentro del
sistema actual. El cooperativismo es el modelo más arraigado, y funciona de una
manera más o menos generalizada. Aunque el principio del modelo cooperativista
es el de trabajo colectivo y reparto solidario, en muchos casos las
cooperativas se parecen más a una Sociedad Anónima que a otra cosa. No obstante
las trabas estatutarias ponen ciertos límites a la economía especulativa dentro
de estos colectivos.
Dentro del
cooperativismo han aparecido en los últimos años varios colectivos que
representan una alternativa económica y financiera real, son las denominadas
cooperativas financieras alternativas, también conocidas por el oximoron de
BANCA ÉTICA.
La banca
ética se caracteriza, desde el punto de vista del ahorro, porque su objetivo es
proporcionar a las personas o instituciones un producto de ahorro adecuado a
sus necesidades y que no encuentran en el mercado. Sin olvidar el rendimiento
económico, les permiten participar en las decisiones referentes al destino de
sus ahorros, de manera que éstos no entren en contradicción con sus valores. En
cuanto al crédito, su objetivo es proporcionar créditos a los excluidos
financieros, es decir, a personas emprendedoras y entidades del tercer sector y
la economía social que encuentran importantes dificultades para acceder al
crédito convencional y que a menudo cumplen los requisitos éticos que los
ahorradores están buscando. Algunas cooperativas alternativas financieras son:
OIKOCREDIT, COOP57 o ENCLAU.
Otro modelo
que está empezando a desarrollarse, y que con la crisis está teniendo más
aceptación es el denominado BANCO DE TIEMPO. Básicamente consiste en el antiguo
sistema de trueque; las personas aportan horas de trabajo, más o menos
especializado, a cambio de otras horas de trabajo. El ejemplo: Un profesor de
inglés da 20 horas de clase al hijo de un albañil que le hará una pequeña
reforma de 20 horas de trabajo. La idea como tal es buena, pero choca con
varios problemas: La arraigada cultura del consumismo, el clasismo profesional
insertado en nuestra cultura, una actividad laboral no cotizante. La idea de este
modelo radica en rebajar la dependencia que tenemos del dinero.
Otro modelo
de financiación en auge es el llamado CROWDFUNDING. Este es un sistema de multifinanciación
que se está utilizando sobre todo para proyectos artísticos y culturales. Básicamente
consiste en elaborar un proyecto, hacer el presupuesto y emitir una especie de
bonos o acciones para que participe mucha gente con poco dinero, los beneficios
para los colaboradores son de tipo cultural y emocional. Hay muchos ejemplos,
pero voy a resumirlo en uno: Un grupo de rock quiere producir un disco pero no
tiene dinero para financiarlo; por medio de alguna plataforma existente crea un
crowdfunding con varias opciones de aportación de capital ( 10e, 15e, 20e,
etc.) los colaboradores según su aportación recibirán a cambio: un CD, o un CD
más su nombre en la carátula, esto más una entrada a un concierto, etc…
Aunque
particularmente pienso que sólo desde un sistema de economía más o menos planificada
se podría llegar a la Economía del Bien Común, creo que es compatible con otras
tendencias ideológicas, siempre y cuando la ética y la solidaridad marquen el
rumbo.
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