El FMI (Fondo Monetario Internacional),
por boca de dos de sus cerebros más eximios, Olivier Blanchard y Daniel Leigh,
este último jefe de los economistas de la institución, ha admitido en un
coloquio económico celebrado el fin de semana de los Magos, “un ligero error
informático en sus cálculos”: “De hecho, habían subestimado el impacto negativo
de la política de austeridad sobre el crecimiento”, recoge en el digital
francés Arret sur images, su
fundador Daniel Schneidermann: ”Por lo visto, en un momento de
distracción ajustaron mal los ordenadores del FMI. No pensaban que la
austeridad iba a secar hasta tal punto la demanda, y por tanto la economía”.
Conviene recordar que los dos excelsos “orientadores” de la crisis mundial
precisaron (seguramente para salvar su puesto de trabajo) que se manifestaban a
título personal, porque de momento el FMI no ha abierto la boca.
La veracidad de esta gran metedura de
pata, sigue el autor del comentario, la han confirmado algunas publicaciones
« de las serias », como The New York Times, NYT o Bloomberg. “No sabían, como recuerda
Paul Krugman en el NYT, que en economía
mis gastos son tus ingresos”. Debe tratarse de una cuestión de formación
continua. Habría que conceder algunos días libres a los economistas del FMI
para que puedan ponerse al día”.
La cuestión es muy sencilla y hace
mucho tiempo que vengo diciéndolo: Si no hay consumo hay decrecimiento, y la
crisis se agrava, la demanda cae y los fabricantes tienen que cerrar. Otro tema
muy distinto es la aplicación controlada de la teoría del decrecimiento, teoría
que defienden grupos de la izquierda ecológica, en la que se alerta de la
imposibilidad de mantener un sistema productivo que depreda y agota los recursos
naturales, y más en los últimos años en que se han unido los llamados países
emergentes que además representan a más de la mitad de la población mundial.
Llevamos demasiadas décadas dejándonos
llevar por absurdas teorías de los excelsos economistas que los grandes grupos
financieros han puesto al mando de las instituciones económicas occidentales,
los gobernantes, como el burro con la zanahoria obedecen ciegamente los
mandatos de estos depredadores globales a los que les importa muy poco la salud
económica de los países, pues como representantes de los Mercados tienen claro
que su fin es exprimir las arcas de unos y otros, y saben que cuando agoten un
país habrá otro emergente al que ordeñar.
Nadie se ha parado a pensar que los
Mercados, representados por FMI, juegan a la ruleta, y la economía se ha
convertido en una ciencia difusa en la que lo que cuenta es el juego
especulativo de invertir para sacar beneficios. La economía mundial hasta la
segunda gran guerra se basaba en el crecimiento productivo, pero a partir de
entonces se fue buscando la globalización, y la economía dejó de ser algo
controlado por las políticas nacionales.
El FMI sirve a intereses muy concretos,
y sólo tenemos que darnos cuenta quién lo ha dirigido. Rodrigo Rato, en la
etapa en que lo dirigió fue una marioneta de las grandes corporaciones
financieras, y como tal contribuyó a crear esta crisis actual que padecemos.
Cuando Rato dejó el FMI la caída de la economía mundial empezaba a acelerarse,
desde ahí se paso a dirigir los destinos de esa macroentidad financiera que era
BANKIA, la cual ya sabemos cómo terminó, ahora
pasa a la cúpula de TELEFÓNICA, en fin: sin comentarios!
El caso es que como comentaba al
principio de este artículo, en su Juego
de Tronos particular el FMI calculó mal las coordenadas y el ordenador
desvío la ruta de la Nave. Otra vez más la culpa es de un error informático, y los peones de este juego son los gobiernos
que, como el español, solo obedecen el Evangelio
según San Rato, las consecuencias las sufrimos todos.
Ay señor, llévatelos pronto!
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