Barcelona es gótica y modernista,
no como mi sobrina que es gótica y moderna. Barcelona fue el primer gran burgo
del reino de Aragón y como tal podríamos decir que es una de las ciudades más
antiguas de la península. Es una ciudad abierta y que mantiene el mismo
carácter con el que fue creada. Desde aquí partieron las naves que en la edad
media crearían colonias por todo el Mediterraneo, con más intención de
comerciar que de conquistar.
Los distintos gremios que
financiaron y construyeron uno de los templos más hermosos del gótico
mediterraneo, Santa María del Mar, son los que marcaron el carácter de esta
ciudad. Toda la ciudad medieval: el Barrio Gótico, el Raval y el Born siguen
manteniendo el mismo espíritu de aquella ciudad de artesanos y comerciantes. Es
lógico pensar que por aquí pasearían aquellos arquitectos que a finales del
siglo XIX y principios del XX crearon ese maravilloso estilo, llamado
modernista aquí, porque aquí fue donde se forjó, y llamado Art-decó en otros
lugares.
El modernismo es el único estilo continuador
de unas premisas estéticas y éticas que implantó el gótico, y que tuvieron su
artificioso resurgir en el siglo XIX por las extrañas aportaciones
reivindicativas de los románticos que desembocaron en el Neogoticismo, horrible
secuela, una más, de las aportadas por el eclepticismo novecentista.
Mantengo pues, que los
arquitectos modernistas catalanes (Gaudí, Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch, etc.) pasearon por estas calles y admiraron
estos monumentos del gótico espiritual y del gótico civil. Fue el renacer
cultural de esa otra Barcelona burguesa de principios de siglo, la continuación
y culminación estética de una ciudad cerrada en sí misma y abierta al mundo a
la vez.
Esta nueva Barcelona y aquella
Barcelona medieval me ha abierto sus puertas, se ha entregado a mi como
una mujer enamorada, y yo me he enamorado de ella y me entregado también. He
paseado por el Raval, el Barrio Gótico, las Ramblas y la Barceloneta. He
comprado en el mercado de la Boquería y -siendo ateo- he tenido una experiencia mística
dentro de Santa María del Mar, el templo gótico más bonito del mundo.
Barcelona, te quiero!
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