Siempre me admiró la capacidad de adaptación de éste artista: En su primera etapa en Creta fué pintor de iconos bizantinos, un arte poco reconocido por las pocas posibilidades de innovación que sus normas imponían, aún así esa experiencia fué muy importante para Domenico Theotocopoulos ya que le dotó de la técnica y conocimientos precisos para afrontar sus distintas etapas posteriores. En su Creta natal fué un artista totalmente ortodoxo en lo religioso y en lo formal.
Pero Creta no caminaba culturalmente paralela al resto de Grecia -que había caído gran parte de ella bajo dominio otomano-, Creta era colonia veneciana, y su espíritu inquieto le llevó a querer conocer el estilo renacentista veneciano, estilo en el que comenzó a trabajar estando todavía en la isla, pero pronto su innata curiosidad le haría marchar a la cosmopolita -y al mismo tiempo singular- Venecia, donde su nobre se transformaría en Domenico Theotocopuli.
En Venecia conoció la obra de Tiziano y Tintoretto, y el camaleón se convirtió en un pintor de la más pura escuela veneciana, se impregnó del espíritu colorista de los maestros venecianos, y aunque sus obras de entonces eran casi calcos de las grandes obras de éstos, el artista cretense empezó a construir su lenguaje propio, lenguaje que evolucionaría durante toda su vida intentando adaptarse a las circunstancias.
Si en Venecia adoptó la fórmula del color como referente, la estancia en Roma le aportó la conciencia del dibujo y la forma, así como la tendencia manierista a deformar y estilizar las figuras, y nuevamente su capacidad de adaptación hizo que absorviera todos estos conceptos de una manera natural.
La llegada a España, donde realizó todas sus grandes obras, y donde su estilo se afianzó a base de mezclar todos los conocimientos adquiridos, le aportó la serenidad y seguridad necesarias para seguir adelante, a pesar de la decepción de no poder ser pintor de Felipe II. Ésta decepción no supuso para el pintor cretense nada más que un revulsivo para seguir creciendo como artista, y seguir evolucionando, ya que los treinta y cinco años que vivió en Toledo le dieron para mucho, y se pueden distinguir tres o cuatro etapas muy definidas, en las que no perdió ni un ápice de su lenguaje personal.
La figura del Greco va agrandándose conforme va pasando el tiempo, pero no fué hasta finales del siglo XIX que se empezó a reivindicar. Habría que intentar entender la causa por la que se le consideró un artista menor por sus siguientes generaciones. Desde mi punto de vista el Greco es un pintor que se adelanta a su tiempo; en el cuadro El Expolio vemos figuras representadas como lo harían años más tarde Zurbarán o Velazquez, pero si vemos el Lacoonte nos remitiremos a la pintura moderna a camino entre el Expresionismo y el Surealismo.
Creo que la modernidad del Greco proviene de su espíritu inquieto que le hizo reinventarse constantemente, su mimetismo con las distintas culturas en las que vivió y pintó le aportaron esa fórmula de evolución contínua. El devoto pintor ortodoxo de iconos hieráticos terminó siendo el más piadoso pintor católico, pionero de lo que sería la pintura defensora de la contrareforma católica, sentando las bases estilísticas del Barroco.
Para terminar quiero compartir una curiosidad: El Camaleón común europeo sólo se encuentra en la isla de Creta, algunas zonas de Italia y zonas de la península ibérica, los sitios donde vivió el Greco.
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